La comida digerida en un estado preciso actúa como una medicina. Se elimina la pereza. Se es más activo y se está más alerta. El cuerpo y la mente se benefician de una nutrición completa, cuando creamos buenos hábitos al comer:

  1. Variedad y equilibrio. La alimentación en todo momento debe ser lo más variada y equilibrada posible para que el organismo reciba todos los nutrientes necesarios. Incluso la dieta vegetariana puede producir desequilibrios en el cuerpo cuando se abusa de ciertos alimentos en exceso.
  2. Comer con proporción. Es bueno comer la cantidad apropiada de acuerdo a la masa corporal. Comer en exceso agranda el estomago, lo cual genera la necesidad de comer más y además crea toxinas adicionales en el tracto digestivo difíciles de eliminar.
  3. Consumir alimentos frescos. Comprar y comer productos de la temporada resulta más económico y nutritivo ya que es cuando los alimentos están en su punto y contienen todos sus nutrientes.
  4. Horario regular. En lo posible realizar las comidas cada día a la misma hora. Un horario regular para las comidas permitirá controlar mejor lo que come. Comer sentados y tranquilamente, sin precipitaciones ni de pie.
  5. Lo más importante: comer. A la hora de comer, come. Eso significa no distraerse con otras actividades como lecturas inoportunas, ver televisión, o entrar en conversaciones excesivas. Cuando concentramos la atención en lo que comemos, el cuerpo y la mente se nutren. Si permanecemos distraídos comeremos rápido y en más cantidad de lo necesario. La comida digerida en un estado preciso actúa como una medicina. Se elimina la pereza. Se es más activo y se está más alerta.
  6. Comer lentamente. Comer a una velocidad moderada y no tragar apresuradamente, saborear la comida. Masticar los alimentos entre 20 y 30 veces por bocado, permite salivarlos bien y facilitar que las enzimas digestivas hagan su labor adecuadamente. Hacer pausas entre bocados colocando el tenedor/cuchara sobre el plato después de cada bocado. Las digestiones se realizarán con mayor facilidad, el estomago no se fatigará y en breve estaremos capacitados para seguir nuestro ritmo diario. Comer con prisas puede causar indigestión y pesadez. Si comes rápido comerás más de lo que necesitas.
  7. Beber poco o nada en las comidas. Beber agua durante las comidas es lo más saludable, pero no debe estar muy fría ya que esto debilita la capacidad de digestión, ni debe ser bebida en gran cantidad porqué esto diluirá los jugos digestivos impidiendo una buena digestión y pudiendo dañar el intestino. Si se mastica bien no será necesario beber, pero en el caso de hacerlo se recomienda beber pequeños sorbos de agua.
  8. Después de las comidas. Es recomendable tomarse siempre un par de minutos para descansar y relajarse, antes de comenzar de nuevo con nuestras actividades.

Para lograr un equilibrio adecuado se requiere de una dieta variada y completa: guisos a partir de cereales, semillas, hojas y verduras. También se deben consumir frutas (jugosas, secas, oleaginosas) así como productos lácteos: yogur, queso fresco, preferentemente hecho por nosotros mismos.
Los platos se deben planificar con armonía, si se usan algunas hierbas o especias, deben equilibrarse con algo más suave.

Las cantidades a consumir semanalmente varían según las necesidades del individuo: 

  • Legumbres: dos o tres días.
  • Arroz integral y otros cereales (mijo, trigo, etc.): cuatro o cinco días.
  • Verduras crudas y cocinadas, frutas frescas además de frutos secos y semillas (sésamo, girasol, calabaza): cada día.
  • Productos lácteos (leche, queso vegetariano, yogur): a diario.
  • Pastas de sémola de trigo duro: dos veces por semana.