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A la luz de la meditación

Mike George

Editorial Kier 
ISBN: 978-950-17-0389-4 
N. págs. 224
Formato: 229 x 161 mm

A la Luz de la Meditación es una guía sobre el arte y la práctica de la meditación, al tiempo que sienta las bases del permanente desarrollo espiritual. Una serie de diez lecciones ofrecen el conocimiento específico que se adentra en el Raja Yoga, con ejercicios prácticos que complementan y ayudan a comprender el método y las enseñanzas subyacentes.


La obra nos permite acceder al redescubrimiento de la verdadera identidad y naturaleza del yo, a la comprensión y exploración de los distintos niveles de consciencia, al tiempo que restablece nuestra relación con Dios. Nos permite comprender cómo ha evolucionado la vida en la Tierra y nos ayuda a mantener la meditación y el desarrollo espiritual como un correcto estilo de vida.
Accesible, poderoso y desafiante, este libro muestra cómo la meditación es más una experiencia que algo que hacemos, más un proceso que un logro, más un constante viaje interior que un destino.

Como complemento del CD con ejercicios de meditación guiados

 

La comprensión del desapego

Para nuestra mentalidad condicionada tal vez parezca una paradoja, pero es una verdad espiritual básica que para amar es necesario estar desapegado.


El apego es la raíz del temor, y el temor y el amor no pueden coexistir, así como el día y la noche, el verano y el invierno, el calor y el frío no pueden existir al mismo tiempo como uno y otro. Esta comprensión de la polaridad entre amor y temor se encuentra en el corazón de las antiguas sabidurías de todo el mundo desde hace miles de años, pero ha sido empañada por la moderna religión del consumismo y la idea de que para ser felices debemos adquirir cosas y establecer con ellas relaciones de apego. Las industrias de entretenimiento sustentan el espejismo de que para encontrar amor debemos poseer o estar apegados a otra persona.


Esta confusión entre amor y apego ha sido traducida de muchas formas a todas nuestras relaciones, incluyendo la relación entre madre e hijo. Cuando la madre se preocupa porque es tarde y el hijo no ha vuelto a casa, y este finalmente llega, tal vez lo reprenda con palabras de ansiedad: "Estaba tan inquieta por ti", a lo que el adolescente podrá responder: "¿Por qué te sigues preocupando por mí? Estoy bien; déjame tranquilo". Entonces la madre puede responder: "Es porque me importas". ¿Desde cuándo preocupación es igual a cuidado? Si preocupación es temor y cuidado es amor, ¿en qué momento el temor se transformó en amor? Sin embargo, este peculiar espejismo nos ha sido legado a través de tantas generaciones que la convicción de que la preocupación demuestra que uno se interesa está profundamente afianzada en la consciencia humana. La práctica regular de la meditación aumenta la consciencia de esta y de otras falsas creencias similares, y nos permite ver y reinstaurar la verdad según nuestro propio ritmo.

Preocupación, ansiedad y tensión son las formas de temor más comunes. Aparecen siempre a partir de una forma de apego y no sólo vacían de energía nuestra consciencia, sino que, con el paso del tiempo, envenenan nuestras relaciones. Dondequiera que encontremos que la energía negativa de esas emociones aparece en nuestra vida, la solución siempre es el desapego. Para superar el temor a la pérdida que se asocia a él, es de mucha ayuda alimentar la verdad de que la posesión es un espejismo. Desde un punto de vista puramente espiritual, no es posible poseer nada: todo va y viene; en la vida todo llega para pasar. En el auténtico estado de consciencia del yo como alma, no sólo sabemos esto sino que también experimentamos la transitoriedad de todo lo que está fuera de nosotros y existe la clara comprensión de que aferrarse a cualquier cosa es una futilidad, una pérdida de tiempo y energía. Si alcanzamos este punto de consciencia, estamos tocando a la puerta de la felicidad. Estamos bajo el espejismo de que podemos obtener felicidad de los objetos, las personas y los lugares, pero en realidad la felicidad es algo que sentimos cuando ponemos nuestro corazón en algo y cuando nuestra intención es dar, no recibir. Piense en la actividad creadora con la que usted siente mayor felicidad y se dará cuenta de que ella viene de dentro hacia fuera y no de fuera hacia dentro.

Sin embargo, si nuestro corazón está apegado a algo, si depende de algo o de alguien, será imposible experimentar verdadera felicidad. Cualquier cosa a la que nuestro corazón esté apegado impedirá que nuestra energía fluya hacia el exterior. El flujo de nuestra energía debe ir de dentro hacia fuera, no al revés. Y por último, estar apegado a algo significa que nuestro corazón y nuestra mente están ocupados con esas cosas, asegurándose de que "permanezcan cerca" y, a menudo, extraviándose en ellas. En este estado de consciencia, no somos capaces de permanecer abiertos a las cosas nuevas que llegan a nuestra vida; en realidad, las estamos bloqueando. Las mentes preocupadas y los corazones cerrados dificultan la tarea de ver y recibir en nuestra vida nuevas ideas, oportunidades e incluso personas. En un auténtico estado de consciencia-alma estamos liberados de las anclas del apego. Cuando nos reconocemos a nosotros mismos como seres espirituales, dejamos de perder nuestro sentido de identidad en lo que no es el yo. Podemos eliminar los numerosos falsos conceptos sobre el yo que han sido parte de nuestra educación y condicionamiento. Al hacerlo, no perdemos nada real. En realidad sucede todo lo contrario: volvemos a descubrir nuestro yo auténtico, real. Recuperamos el mundo, nuestro mundo interior, y el acceso a nuestro poder espiritual.