Romper las cadenas de la ira

Cuando procuramos controlar la ira, muchas veces sentimos como si estuviéramos impidiendo que un volcán haga erupción. Uno se siente en medio de un terremoto interno y explota de todas formas. En estas ocasiones, uno pierde el poder de controlar y está creando una conmoción interna, puesto que no sabe lo que es correcto y atraviesa por una confusión total.

Es esencial que nos hagamos cargo de nuestra propia sensibilidad ya que, usualmente, es ahí donde empieza el problema. Así, cuando empezamos a sentir el menor indicio de irritación o enfado, debemos preguntarnos: ¿por qué estoy irritado? En ese instante, es muy importante reconocer que nos sentimos mal, que estamos enfadados. Solo, en ese momento de reconocimiento podemos cambiar.

Habitualmente, cuando estamos irritados o frustrados es porque teníamos una expectativa y esta no se ha cumplido. Pero, cuando alguien nos pide algo insistentemente, ¿se lo queremos dar?; seguramente no, porque uno no quiere dar por obligación.

Lo que ocurre es que, con nuestras expectativas, los encadenamos en deseos que, de hecho, nos encadenan a nosotros mismos. Y no nos gusta porque, simplemente, no deseamos sufrir. Nadie jamás va a cumplir con todas las expectativas que yo tengo, entonces ¿por qué voy yo a encadenar a alguien a mis locas esperanzas?

Si, en vez de culpar a la persona que no cumple mi expectativa, me pregunto ¿por qué he creado esa expectativa?, podré controlar la ira al estar pendiente de mí mismo, de mi propia creación interna y de la relación que estoy estableciendo.

 

Extracto del libro:
Meditar para ser feliz
El arte de manejar las emociones
Ed. Brahma Kumaris
Valerianne Bernard y Marianne Lizana

 

Comentarios. 0

3000